Descripción
En el pueblo de Birka, donde los vikingos, había una tienda de regalos. A Hugo le encantaba ir allí y resorver la cesta con «huevos de dragón», huevos que en relidad eran piedras, que se vendian como recuerdos, a los turistas. Compró tres: dos muy pesados y uno extrañamente liviano, y por la noche los acomodó cerca de la estufa de su casa. En medio de la oscuridad y el silencio, un ruido extraño se escuchó.. como si un huevo hubiera empezado a descacararse.
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